No, no me gustas por las cosas típicas
con las que sueles encantar al resto,
es problema de ellos si solo se fijan
en lo cotidiano, en lo que se ve a
simple vista o en lo normal,
es que ya es bien sabido
que eres hermosa,
que fuiste expulsada del noveno cielo,
y que por eso es normal que todos
se fijen en ti,
en como tus caderas
conquistan continentes,
en como tu vientre plano es bendito
entre tantos mundanos,
en el cómo tus castillos largos y musculosos
que llevas como piernas conducen al deseo,
de lo que provocan tus brazos
bien afilados y fuertes,
del poder de tus nipples redondos hechos a la
perfección por algún Dios escultor,
o de esas nalgas
que definen el paraíso terrenal de cualquiera
que te ve.
Pero no, no me gustas por eso,
eso es algo físico, algo pasajero,
a mi sin embargo me han seducido
tus manías, tus imperfecciones y
cosas diferentes, que te hacen
proclamarte humana.
Me gustas por todas esas mañanas
en las que te despiertas con mal
humor y sueño,
por esas veces que mientas la madre
cada que un proyecto no te sale bien,
por esa desesperación que tienes y el
ancia que te consume cada que agarras
ese cigarro y piensas en alguna solución
de como dejar perfecta esa maqueta,
el como alzas la ceja cuando la duda
se convierte en enemiga,
cuando defiendes tu punto de vista
y haces dudar al resto,
la manera en que te desvistes
al llegar a casa todos los días.
Me gustas por tu alma, por lo
que trasmites, por lo que provocas,
por esa seguridad que evocas con la gente
que te rodea, por lo que realmente
eres a las tres de la mañana o
cuando vas a por cervezas
y te sientes tan libre,
me gustas cada que eres tan tuya
y te gritas “guapa” en los espejos.
No me impresionan tus cualidades,
tus virtudes o tu manera de posar en
las fotos, te digo cualquiera
te sabe hermosa,
yo sin embargo te proclamo musa.
Así que ya sabes tú no me gustas
por la inercia de tu belleza,
me gustas por todo lo que tu no.